En cuatro años he tenido la oportunidad
de hacer cientos de fotos de Pep. En entrenos, en partidos, en ruedas de
prensa, en aeropuertos… Dirigiendo al equipo, celebrando goles en la banda,
gesticulando en la sala de prensa o caminando por la pasarela de alguna terminal
aérea.
Tengo fotos de Guardiola con pelo y sin
pelo, celebrando su primer título y su última derrota. Me he acostumbrado a mirar a la banda durante
un partido y en pocos minutos conseguir un gesto de Pep que satisfacía mis necesidades fotográficas.
Conozco sus gestos, sus expresiones y he
aprendido a colocarme para hacer la mejor foto de una celebración suya en la
banda tras un gol. Ahora me tendré que
acostumbrar a otro la próxima temporada y quizás no sea tan expresivo o tan
fotogénico, igual no celebra los goles como el o no propone una sardana tras un
titulo, quizás no abraza a sus pupilos tan efusivamente tras una victoria.
No estoy nada seguro de lo que me espera
gráficamente la temporada que viene, si el nuevo entrenador dará el juego que
me dio el Mister, ni si durará tanto tiempo como para poder hacer otra
recopilación tan fantástica como “Pep Guardiola. Sin Palabras” el libro de
Mundo Deportivo, en la que he tenido la suerte de participar.
Pero de lo que si que estoy seguro es de
que me queda una última foto. La de Pep en la final de Copa. En su último
partido. Gane o pierda será homenajeado por sus pupilos, aplaudido, manteado… o
vete a saber como, pero será la foto que pondrá el broche a la etapa más
exitosa de la historia del FC Barcelona en tan corto espacio de tiempo.
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